La Finca Hualdo: nuestro proyecto
En un intento de revertir localmente esta situación venimos diseñando un proyecto agrícola que transforme de forma orgánica el medio productivo que gestionamos sin poner en riesgo la economía de la propia explotación: no hay sostenibilidad sin rentabilidad.
Pero los ritmos de transformación en el campo los marcan la biología y los procesos naturales (desarrollo de los árboles, ciclos estacionales y vegetales, selección del rebaño, ecologización de la agricultura…). Por todo ello, esta será necesariamente una empresa lenta y de largo recorrido, con un horizonte mínimo de 30 a 40 años.
Así, el propio proyecto ha ido madurando y desplegando sus capacidades: los primeros olivos se plantan en 1.995, las ovejas llegan a la finca en 2.006, la almazara se construye en 2009, la primera planta fotovoltaica se inaugura en 2018, la quesería se inicia en 2.019… Al tiempo, la demanda de la sociedad y los hábitos y patrones de consumo evolucionan y se sofistican, de manera que el proyecto se va alineando con los nuevos parámetros de forma iterativa.
La idea es integrar todas las actividades de la producción agrícola y ganadera en ciclos cada vez más cerrados y menos dependientes del exterior: el estiércol de las ovejas fertiliza el olivar, el hueso de la aceituna se utiliza para generar energía, el suero de la quesería ayudará en un futuro a compostar el alperujo de la almazara, que a su vez servirá para mejorar los suelos… En paralelo, estamos construyendo nuevas plantas fotovoltaicas para el bombeo del agua de riego, reduciendo nuestro consumo energético y mejorando la huella de carbono.
Casas de Hualdo
El primer desarrollo de la finca debía venir forzosamente de la mano de su producción oleícola. Con casi 700 has de olivar en regadío era sólo cuestión de tiempo que se alcanzara la masa crítica suficiente de aceituna para acometer la construcción de nuestra almazara y el lanzamiento de una marca propia: Casas de Hualdo es por derecho propio uno de los referentes del segmento de los AOVEs de calidad en el mundo.
De hecho, es fácil olvidar, a la vista de los resultados cosechados en los últimos doce años, la incertidumbre y complejidad que se vivió alrededor del proyecto. En 2008 no teníamos del todo claro qué queríamos hacer, sólo que no queríamos hacer “cualquier cosa”. En nuestra contra, la madurez del mercado y la banalización del producto. A nuestro favor, una mirada limpia y sin vicios. Nuestra experiencia previa en realidad era de campo, en la elaboración de aceite éramos unos recién llegados.
La implementación del plan fue clave. Se convirtió desde el principio en una apuesta inequívoca por la calidad, casi una obsesión. Con un suelo de relativa fertilidad y un clima extremo, teníamos claro que no podríamos competir por producción o costes, había que hacer las cosas bien.
El primer activo de la empresa fue su equipo (interno y externo) compenetrado, dinámico y muy comprometido con el desarrollo de un negocio tan saturado aparentemente. Se abordó el reto con una visión moderna y un enfoque 360º. Se construyó la marca dotándola de contenido real, no como una pose. Fuimos acometiendo las diferentes áreas con determinación, no como casillas de un currículo en las que había que poner un aspa para convencer al mercado: I+D, conciencia medioambiental, salud, calidad, …
Desde el minuto uno nos lanzamos a viajar, a contar y a exponer la idea detrás de CdH. La responsabilidad era abrumadora porque suponía un gasto y un esfuerzo enormes. Pero con la convicción de que realmente creábamos valor, de que nuestro proyecto era verdad, pronto empezamos a ver algunos frutos y CdH fue posicionándose como uno de los mejores AOVEs del mundo. De ahí, hasta la ampliación que ya os mostramos hace unos meses, median doce años de vertiginosa hiperactividad!